Adam Castillejo venció el VIH tras un trasplante único y decidió revelar su identidad para convertirse en símbolo de esperanza.

Adam Castillejo venció el VIH tras un trasplante único y decidió revelar su identidad para convertirse en símbolo de esperanza.

Fotos: adamlondonpatiendofficial – infobae

Durante años, su identidad fue un misterio. Lo conocían simplemente como el paciente de Londres, el segundo caso en el mundo de una persona que había logrado curarse del VIH. Pero en 2020, Adam Castillejo decidió ponerle rostro y nombre a uno de los mayores hitos médicos del siglo XXI.

Castillejo, de origen venezolano y residente en el Reino Unido, fue diagnosticado con VIH en 2003, y más tarde, en 2012, con un tipo agresivo de cáncer: linfoma de Hodgkin. Fue ese diagnóstico lo que lo llevó, sin saberlo, a un tratamiento que cambiaría su vida y lo inscribiría en los libros de historia médica.

La clave fue un trasplante de médula ósea, necesario para tratar el cáncer, pero que venía de un donante con una mutación genética extremadamente rara: CCR5-delta 32. Esta alteración hace que ciertas personas sean naturalmente resistentes al VIH, ya que impide que el virus entre en las células. El primer caso conocido de cura ocurrió en 2007 con Timothy Ray Brown, el paciente de Berlín, quien recibió un tratamiento similar. Castillejo fue el segundo.

Tras el trasplante, los niveles de VIH en su cuerpo comenzaron a caer, hasta desaparecer por completo. En 2019, los médicos confirmaron lo impensable: Adam ya no tenía rastros del virus, incluso después de dejar la medicación antirretroviral. Era una cura funcional, lograda no por fármacos experimentales ni vacunas, sino por una combinación de tratamiento oncológico y genética.

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Pero más allá del hito clínico, lo que hace especial a Adam Castillejo es su decisión de hablar. Durante años, eligió el anonimato, protegido por el sigilo de la prensa científica. Sin embargo, en una¨ entrevista exclusiva con The New York Times en 2020, reveló su identidad. ¨Quiero ser un embajador de esperanza, dijo.

Desde entonces, Castillejo se ha convertido en un símbolo de resiliencia y visibilidad. No solo desafió las probabilidades médicas, sino que también quiso humanizar la ciencia, mostrar que detrás de cada estudio, de cada caso clínico, hay un rostro, una historia, un ser humano.

Hoy, Adam vive con energía renovada. Continúa vigilado por los médicos, pero libre del virus. Aunque el tratamiento que recibió no es viable para la mayoría de personas con VIH —por su riesgo, costo y complejidad—, su caso abre las puertas a nuevas investigaciones. La ciencia sigue buscando una cura universal, y Castillejo es prueba viviente de que es posible.

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Su historia no solo inspira a la comunidad médica. También a millones de personas que viven con VIH en todo el mundo. Porque en un mundo que todavía lucha contra el estigma, contar con un sobreviviente que alce la voz no es solo un logro científico. Es un acto de valentía.

 

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