La peregrinación anual a La Meca, uno de los pilares del Islam y un ritual obligatorio para todo musulmán que tenga los medios para hacerlo, al menos una vez en su vida, se vio empañada este año por una ola de calor extrema que cobró la vida de más de 1.300 personas.
Las temperaturas en la ciudad santa de La Meca, ubicada en Arabia Saudita, alcanzaron los 51 grados centígrados durante la peregrinación, conocida como Hajj. Este calor extremo, junto con la gran cantidad de personas que se congregan en un espacio reducido, creó condiciones sofocantes y peligrosas para los peregrinos.
La mayoría de los fallecidos eran personas mayores y con problemas de salud preexistentes, quienes sucumbieron al estrés por calor, la deshidratación y otros problemas relacionados con las altas temperaturas. Las autoridades saudíes informaron que al menos 325 de los fallecidos eran peregrinos egipcios.
Este trágico evento ha generado preocupación y alarma en la comunidad musulmana internacional, y ha puesto de relieve la necesidad de tomar medidas para garantizar la seguridad y el bienestar de los peregrinos en el futuro. Expertos en salud pública han hecho un llamado a las autoridades saudíes para que implementen medidas más efectivas para prevenir y mitigar los efectos del calor extremo, como la instalación de zonas de sombra y puestos de hidratación, la distribución de ropa ligera y la provisión de asistencia médica oportuna.