En los 90, ante el miedo y las bombas, el Metro de Medellín usó imágenes de la Virgen como símbolo de protección.
Foto:Cortesia
En los años noventa, Medellín atravesaba una de sus épocas más difíciles: violencia, miedo y atentados hacían parte del día a día. Justo entonces, cuando el Metro de Medellín comenzaba a operar, surgió una iniciativa tan curiosa como contundente: llenar sus estaciones con imágenes de vírgenes.
¿Por qué tomar una decisión así? ¿Quién tuvo la idea? ¿Qué significado tenía incluir arte religioso en un espacio público, y en plena crisis social? ¿Se trataba de una medida simbólica, espiritual o una estrategia de protección?
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Para resolver todas estas preguntas, conversamos con Carlos Mario Jiménez, profesional de Gestión Social del Metro de Medellín. En esta entrevista descubriremos cómo la fe, el arte y el civismo se entrelazaron en un momento clave de la historia de la ciudad.
Fotos: Fundacioncarifilii
Héctor Gaona: ¿Cuál fue la intención original de incluir imágenes religiosas como vírgenes en algunas estaciones del Metro de Medellín? ¿Es cierto que estas imágenes se usaron como estrategia de protección simbólica durante épocas del conflicto para evitar atentados con explosivos?
Carlos Mario Jiménez: Lo primero que hay que decir es que el Metro de Medellín se inauguró en los años 90 en un contexto de altísima violencia. En ese momento, entendimos que la transformación de la ciudad solo sería posible a través de la cultura y la inclusión de sectores históricamente marginados. La infraestructura del sistema, al conectar zonas antes separadas, generó vínculos sociales fundamentales.
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Dentro de ese proceso de transformación, comprendimos que la vida se protegía con unión social, y que el mayor blindaje para la infraestructura pública en constante amenaza era el acompañamiento de la comunidad. Así nació la idea de generar apropiación cultural y social a través de las vírgenes del Metro, que comenzaron a instalarse en 1996 y hoy suman 22 obras.
La curaduría estuvo a cargo del artista Humberto Pérez, quien planteó que el respeto por la imagen de la Virgen podía proteger la infraestructura, no por un poder sobrenatural, sino por su fuerza simbólica y cultural. Desde el principio, se reconoció abiertamente que las imágenes buscaban disuadir ataques, apelando al respeto que genera la Virgen María en nuestra cultura.
Humberto Pérez invitó a participar a destacados artistas, logrando una galería diversa y valiosa. Hay obras originales y reproducciones de Débora Arango, Fernando Botero, Enrique Grau, Jorge Rojas, Óscar Jaramillo, Eduardo Toro, Luis Fernando Peláez, Olga Lucía Gutiérrez, Rafael Sanz, entre otros. Algunas están en zonas no pagas, accesibles a toda la ciudadanía. El objetivo era claro: generar sentido de pertenencia en torno a una empresa nueva para Medellín, que no solo conecta personas, sino que amplía la experiencia del viaje a través del arte.
Fotos: Fundacioncarifilii
Héctor Gaona: ¿Cómo ha evolucionado el papel de estas imágenes en la actualidad dentro del sistema Metro, y qué significado tienen hoy para los usuarios y trabajadores?
Carlos Mario Jiménez: Esa es una excelente pregunta, porque nos permite ver cómo las obras deben ser leídas según el contexto en el que se crearon. Al igual que en un museo, donde uno contempla obras del pasado y se pregunta qué vivía esa sociedad en ese momento, lo mismo ocurre con las vírgenes del Metro.
Estas obras nos remiten a la Medellín de los 90, una ciudad que necesitaba protección simbólica y unión social. Hoy, aunque el arte sigue siendo vital para la apropiación del Metro, el momento histórico es distinto. Si hoy adquiriéramos nuevas obras, probablemente no serían de arte mariano, porque la ciudad vive otros retos y otras narrativas.
El arte tiene ese poder: nos habla del presente, pero también proyecta el futuro. Las vírgenes siguen siendo importantes como patrimonio artístico y cultural, y para muchos usuarios representan paz, contemplación y una conexión emocional con el sistema. Pero el arte del Metro, como la ciudad misma, continúa evolucionando.
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Más que adornos, las vírgenes del Metro de Medellín son símbolos de protección y civismo. Su presencia silenciosa ha fortalecido la Cultura Metro, un modelo de respeto ciudadano que ha hecho del sistema un ejemplo nacional. Estas imágenes no solo aportan seguridad, sino también armonía y contemplación en medio del ritmo urbano. Porque en Medellín, la fe también viaja en metro.