Un grupo de reclusos en Argentina llamaron a una joven para revelar la infidelidad de su novio con fotos y hasta videollamadas. La historia se hizo viral en redes.
Foto: redes sociales
Un insólito caso de infidelidad y hackeo ha sacudido las redes sociales en las últimas horas. Un grupo de presos en Argentina tomó el control del WhatsApp de un joven, revelando a su novia las pruebas de su infidelidad. Los reclusos no solo se limitaron a enviar mensajes, sino que organizaron videollamadas y compartieron pruebas directas de las conversaciones que el joven, identificado como Franco, mantenía con varias mujeres.
El hecho ocurrió el pasado 18 de noviembre de 2024, cuando Flor, la novia de Franco, comenzó a recibir mensajes extraños desde la cuenta de WhatsApp de su pareja. Lo que parecía un simple mensaje casual pronto se convirtió en una ola de revelaciones, ya que los presos, quienes habrían hackeado el teléfono de Franco, le enviaron capturas de pantalla de las conversaciones que mantenía con otras mujeres, en las que no solo hablaban de amistad, sino de encuentros íntimos y promesas románticas.
La historia se viralizó rápidamente en plataformas como Twitter y TikTok, donde Flor compartió con sus seguidores cómo fue descubriendo, de la manera más inesperada, que su pareja le había sido infiel. En un tuit, Flor relató que los presos le habían hecho una videollamada desde el WhatsApp hackeado, explicándole que su novio no solo la estaba engañando, sino que había estado en contacto con varias otras mujeres.
El inicio del hackeo y las pruebas de infidelidad
Según relató Flor en un video en TikTok, fue la madre de su exnovio quien la alertó inicialmente sobre el hackeo. «Me dijo que me había hackeado el WhatsApp, que estaban tomando control de su celular», explicó. En ese momento, Flor pensó que se trataba de un simple intento de fraude, pero la situación tomó un giro mucho más personal cuando los presos comenzaron a enviarle fotos y mensajes comprometedores.
Los reclusos no solo mostraron las conversaciones de Franco con las mujeres involucradas, sino que también le dieron acceso a mensajes donde él pedía fotos íntimas y mantenía conversaciones con ellas de carácter romántico. En uno de los intercambios, Franco le pedía a una de las mujeres que le enviara fotos y le preguntaba si estaba sola en casa, mientras ella respondía con palabras como «amor». Para Flor, que ya había comenzado a sospechar de la relación con una amiga de su pareja, esto fue la confirmación definitiva de su infidelidad.
Lo que hizo aún más surrealista el caso fue que los presos, en un acto que muchos consideran como una forma de justicia, también contactaron a las involucradas. En un mensaje, les advirtieron que no continuaran con la relación con Franco, ya que él estaba en una relación con Flor. «Le hackeamos el WhatsApp a Franco y su mujer es Flor. Fíjate que tiene novia, no molestes más a ese pibe», escribieron en uno de los chats.
Además, los reclusos realizaron videollamadas con Flor, durante las cuales le mostraron las pruebas de la infidelidad y hasta le ofrecieron consejos. En un momento, uno de los presos le dijo a Flor: «Él te está cagando», mientras le mostraba las conversaciones que Franco tenía con las otras mujeres.
La respuesta de Franco y las reacciones en redes sociales
Lejos de disculparse o mostrar arrepentimiento, Franco reaccionó con desdén ante la situación. Flor compartió un audio en el que su ex novio se ríe de la situación y minimiza su engaño, diciendo: «No bancábamos nada, quería decírtelo en persona, pero los turros ya te contaron todo». Este desprecio por su relación y el daño causado fue lo que más indignó a Flor, quien no solo se sintió traicionada por su pareja, sino también por la forma en que él manejó la situación.
El caso rápidamente se convirtió en un fenómeno viral en redes sociales. Usuarios expresaron su asombro por la forma en que los presos habían revelado la infidelidad de Franco. En TikTok, Flor compartió más detalles de su historia, explicando cómo, a pesar de sus sospechas previas, nunca imaginó que el descubrimiento llegaría a través de un grupo de reclusos.
En un contexto donde las cárceles en Latinoamérica se han convertido en puntos clave para la organización de estafas telefónicas, surge la duda de si este tipo de situaciones podría convertirse en una nueva fuente de chantaje o manipulación. La facilidad con la que los delincuentes operan desde los centros penitenciarios, utilizando llamadas fraudulentas para obtener información personal o extorsionar a las personas, plantea un nuevo riesgo para la privacidad de las personas.