Antes de que existiera el concepto de libertad, ella tomó una decisión que fue el primer paso contra la esclavitud en Colombia
Foto tomada Teleantioquia y redes sociales de la Gobernación de Antioquia
En un rincón del Oriente antioqueño, cuando la esclavitud era ley y el oro moldeaba fortunas, una mujer antioqueña desafió el orden establecido y escribió uno de los capítulos más extraordinarios de la libertad en Colombia. Su nombre era Javiera Londoño, y según los registros históricos, fue la primera persona en el país en liberar a toda su cuadrilla de esclavos, décadas antes de la abolición oficial de la esclavitud.
Su historia se contó en un capítulo del programa No es cuento de Teleantioquia, que reconstruye la vida de esta mujer adelantada a su tiempo, considerada la fundadora de El Retiro, Antioquia.
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La libertad como testamento
En 1766, un año antes de morir, Javiera Londoño dejó escrito en su segundo testamento lo que muchos consideraron un acto de locura: otorgó la libertad a toda su cuadrilla de esclavos, un número que algunos historiadores cifran en 150 personas.
El gesto no fue improvisado. Siete años antes, en 1759, ya había concedido la libertad a unos 40 esclavos junto a su esposo, el sargento español Ignacio Castañeda. Pero en su segundo testamento, Javiera fue más allá: no solo garantizó la libertad de sus esclavos, sino que les heredó las minas de oro que habían trabajado durante años para que pudieran sostenerse de forma digna.
Una mujer que vio humanidad donde otros vieron propiedad
Javiera nació en Medellín en 1696 y creció en Rionegro, en el seno de una familia de élite. Desde joven estuvo expuesta al mundo de la minería y la propiedad de tierras, sectores dominados por hombres y sostenidos por el trabajo esclavo. Sin embargo, ella desarrolló una visión profundamente humana y espiritual hacia las personas esclavizadas.
Según historiadores del Centro Cultural de El Retiro, compartía espacios cotidianos con sus esclavos, danzaba con ellos junto al fuego, rezaba a la Virgen de los Dolores y les confiaba secretos. En las minas construyó capillas y oratorios para que todos pudieran orar.
Esta cercanía le permitió ver más allá de las jerarquías impuestas por la Colonia: no eran “piezas de Indias” ni propiedades heredables. Eran personas. Y esa conciencia fue el motor de su decisión y el primer acto contra la esclavitud en Colombia
Un acto que inspiró a otros, pero no cambió el sistema de esclavitud
Tras la muerte de Javiera, algunos contemporáneos imitaron su gesto. El caso más conocido es el del padre Jorge Ramón de Posada, quien liberó a 83 esclavos en Marinilla en 1813. Pero estos actos fueron aislados y movidos más por la voluntad personal que por una transformación estructural. La esclavitud continuó vigente en Colombia hasta 1851, casi un siglo después del testamento de Javiera.
Su historia, sin embargo, no desapareció por completo. En El Retiro, su nombre quedó inmortalizado en el centro cultural del municipio. Allí se erige una escultura de bronce que la muestra cortando las cuerdas que atan a un hombre, símbolo de su gesta libertaria.
La Fiesta de los Negritos: un legado vivo
Lo que comenzó como una misa anual en memoria de Javiera y su esposo, terminó convirtiéndose en una celebración tradicional en El Retiro: La Fiesta de los Negritos, que cada diciembre reúne a descendientes de aquellos esclavos libertos.
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Durante generaciones, las familias regresaban al municipio para honrar la libertad conquistada. Música, baile, encuentros familiares y rituales religiosos marcaron esta celebración como una forma de mantener viva la memoria de un acto profundamente simbólico en una época dominada por la opresión.
Antes de la Revolución Francesa, ya hablaba de libertad
La historia de Javiera Londoño no solo es significativa por su dimensión local, sino también por su valor histórico global. Su decisión ocurrió en 1766, 23 años antes del estallido de la Revolución Francesa, y mucho antes de cualquier movimiento abolicionista masivo en América Latina.
En una época donde las mujeres tenían poca voz en lo público y los esclavos eran tratados como mercancía, Javiera rompió con todo. Lo hizo por convicción, por fe y por humanidad.