Fundó hospitales, arborizó barrios y hasta venció la política tradicional: así fue la vida de esta enfermera que cambió a Medellín
Imágenes tomadas del programa Más allá del tiempo de Teleantioquia
La antioqueña Luz Castro de Gutiérrez no fue ministra, ni empresaria, ni heredera de una fortuna. Fue una enfermera nacida en Medellín en 1908 que decidió cambiar su ciudad con las herramientas que tenía a la mano: fe, voluntad, cartas escritas a mano, y la capacidad de movilizar corazones. Su legado sigue vivo en instituciones como el Hospital General de Medellín, el Hospital Infantil y el Banco de Sangre del San Vicente de Paúl, obras que comenzaron con gestos tan sencillos como una colecta o un bazar de barrio.
Conoce su historia en este capítulo de la serie Más allá del tiempo:
Desde pequeña, Luz —como le decían— tuvo una clara vocación por servir. “Yo siempre quise ayudar al prójimo como a mí misma”, recordaba en una entrevista. Ese principio cristiano se convirtió en el eje de su vida, y como enfermera formada en el Hospital de la Misericordia de Bogotá, conoció de cerca la precariedad del sistema de salud para los más pobres.
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En 1942, al ver la necesidad urgente de un espacio digno para la atención de partos, lideró la creación de un centro obstétrico en Medellín. Lo que comenzó como un pequeño centro de atención, creció hasta convertirse en la Clínica de Maternidad de Medellín, hoy reconocida como Hospital General Luz Castro de Gutiérrez, una de las instituciones médicas más importantes del país.
Pero levantar esa clínica no fue fácil. Cuando los recursos oficiales no llegaron, esta antioqueña tomó la iniciativa: organizó bazares, escribió cartas a familias pudientes, convocó reuniones y pidió ayuda sin distingo de clase o filiación política. “Hay que pedir plata, muchachas”, decía con la determinación de quien no acepta un “no” como respuesta. A veces, tuvo que enfrentarse al escepticismo, incluso de sus aliados. Pero insistió, y logró lo impensable.
En 1948, la primera planta de la clínica ya estaba construida. Y vendrían más logros: fundó el hospital infantil, el hogar infantil rotario, el albergue Casa del Niño Convaleciente, y hasta impulsó la creación del barrio Laureles, sembrando 200 laureles con apoyo de la Sociedad de Mejoras Públicas, de la que fue presidenta del Cuadro de Honor.
Su vocación la llevó incluso a la política. Aunque al principio se resistía a entrar en ese mundo, terminó aceptando una candidatura al Concejo de Medellín. Fue elegida dos veces, en 1964 y 1974, y desde allí impulsó la creación de cuatro centros de salud con guarderías anexas, la casa de protección al menor Vistalegre, y creó la Medalla al Mérito Femenino, reconocimiento para mujeres destacadas en el ámbito social.
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Pese a los logros, Luz nunca se interesó por los grandes escenarios del poder. Rechazó propuestas para aspirar al Congreso y mantuvo su foco en el servicio comunitario. “Yo no busco poder, busco solidaridad”, afirmaba con firmeza.
En una época en la que el papel de la mujer en lo público era limitado, la antioqueña Luz Castro de Gutiérrez fue pionera. No solo logró lo que muchos creían imposible, sino que lo hizo sin rencores, sin partidismos y siempre con una sonrisa. En 1991, falleció dejando un legado que trasciende los libros de historia: instituciones vivas que hoy siguen salvando vidas y ofreciendo oportunidades a miles de personas en Antioquia.