Maldonio Martínez, acordeonista y curandero de Urabá, usa su música y remedios tradicionales para sanar almas y alejar espíritus malvados.

El músico que espanta a los malos espíritus con su acordeón
El músico que espanta a los malos espíritus con su acordeón

En la vasta y fértil región de Urabá, un hombre camina al ritmo de antiguas melodías, conjurando historias y secretos que se entrelazan entre las notas de su acordeón. 

Este misterioso hombre no es solo un músico. Dicen las lenguas de esas tierras que es un guardián de conocimientos ancestrales, un sanador que ha aprendido de su madre, partera y botánica, el arte de tratar no solo cuerpos, sino almas inquietas. 

Cuando toca su acordeón, las notas no solo llevan la alegría del vallenato, sino una esencia más profunda: una vibración capaz de sanar y de poner en fuga a los espíritus que merodean en busca de un cuerpo para robar. 

En un rincón de su taller, donde él mismo fabrica los ‘piticos’ de sus acordeones con la delicadeza del relojero, cuenta cómo su música ha salvado matrimonios asediados por entidades y cómo, en noches de silencio y susurros, ha combatido espíritus que habitan en la oscuridad.

 «La música es mi mejor remedio», dice mientras sus ojos centellean con la certeza de quien ha visto lo invisible. El poder de sus melodías no solo embellece; exorciza, alivia, y conecta lo terrenal con lo divino. 

En cada acorde, Urabá resuena con fuerza y misterio, recordando que en sus manos, el acordeón es más que un instrumento: es un talismán.

La historia de Maldonio, es espantador de espíritus y su acordeón

El legado de Maldon Martínez se remonta a una infancia marcada por la sabiduría de su madre, quien le enseñó que cada planta y cada nota tiene un propósito. A los 14 años, adquirió su primer acordeón con el esfuerzo de meses, símbolo de su pasión inquebrantable. 

Con el tiempo, el músico-poeta se convirtió en curandero, uniendo los mundos de la medicina tradicional y la música. Sus conocimientos no se limitan a la curación física; también se adentran en el ámbito espiritual, donde ha enfrentado «entidades» tan poderosas como ‘Simón’, un espíritu que poseía a los vivos. 

Maldonio relata como, armado solo con su acordeón y preparados de plantas como ruda y albahaca, lograba liberar a sus pacientes de estas presencias oscuras. En la vereda, muchos lo buscan no solo por enfermedades físicas, sino por males del alma que la medicina moderna no cura. 

La comunidad ha presenciado sus ceremonias en las que, entre notas y versos, espanta a los espíritus con melodías que invocan la paz y la sanación. «La música es como el aire, la siente el corazón, pero no se puede tocar», afirma con convicción. Las historias de salvación y milagros que giran en torno a Maldon consolidan su lugar no solo como músico, sino como un símbolo de resistencia cultural y espiritual en Urabá.

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Imágenes Pixabay | EFE |

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