En un metro 80 centímetros de estatura y 75 kilogramos de peso se encierra la mejor esencia del fútbol colombiano.
A sus recién cumplidos 33 años, James como muy pocos, puede decir que ha saltado de país en país dejando pinceladas artísticas con su mágica pierna izquierda que se convierte en un guante a la hora de asistir o acomodarla en la red.
Hoy toda Colombia lo idolatra, pero son muchos los que se han tenido que tragar sus palabras porque en varias ocasiones lo criticaron sin piedad, con veneno en comentarios lo jubilaron del fútbol y hasta con palabras mayores lo mandaron a colgar los guayos.
El capi de la sele en silencio aguantó toda clase de insultos y críticas, no le permitían una lesión, un partido regular o cualquier salida en falso que como cualquier mortal pudiera tener.
Siempre le cayeron encima para tener de que hablar con tecnicismos rebuscados de fútbol en el olimpo de supuestos Dioses del periodismo donde se dan licencia para crear ídolos y de igual forma destruirlos sin compasión.
Este Cucuteño comenzó a poner sellos en su pasaporte muy joven cuando viajó Argentina, Portugal, Roma, España, Alemania, Inglaterra, Arabia, Turquía y por último en Brasil donde también le salió a deber a un tal Luis Zubeldia de Argentina que no le ha ganado a nadie.
En un país sin memoria como el nuestro, es insignificante ser botín de oro de un mundial, obtener un premio puskas como el mejor gol en Brasil 2014, ser nominado en varias ocasiones al balón de oro o porque no, tener infinidad de títulos internacionales.
Pero bueno, hoy todos están montados en el bus de la victoria y hablan maravillas de James; Los Zinedine Zidane, Rafa Benítez y periodistas detractores también quieren abrazar al capitán que tiene dibujada una sonrisa de ilusión en la cara de los colombianos que nunca perdieron la fe en este zurdo de oro, don James David Rodríguez Rubio. El Capitán, que le tapó la boca a muchos