De campesino a banquero de presidentes: esta es la increíble historia del antioqueño que dicen, fue más rico que el país entero
Imágenes tomadas del programa Relatos mágicos de Teleantioquia
José María Sierra Sierra, más conocido como Pepe Sierra, fue un antioqueño nacido en Girardota, en 1843. Comenzó su vida como arriero, arando tierras y transportando panela en mula, pero con astucia y visión, se convirtió en uno de los hombres más ricos de Colombia, al punto de prestarle dinero a casi todos los presidentes de su época.
El programa Relatos Mágicos de Teleantioquia, que explora las raíces y los enigmas del alma antioqueña, revivió recientemente su historia, que parece sacada de un cuento. ¿Cómo fue posible que un campesino sin estudios formales acabara siendo el banquero del Estado colombiano?
El niño antioqueño con mente de empresario:
Pepe Sierra no nació en cuna de oro. Fue uno de trece hermanos y creció en una familia campesina de escasos recursos. A los catorce años ya tenía su propia parcela en Caldas, que araba durante el día y trabajaba a la luz de la luna por las noches. En simultáneo, producía panela, la vendía y traía papa para comerciar.
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Su olfato para los negocios lo llevó a acumular tierras, controlar el precio de la caña y la panela en el Valle de Aburrá y formar una de las redes comerciales más sólidas del siglo XIX.
De Antioquia a Bogotá: el poder detrás del poder
En 1888, Sierra viajó a Bogotá. Allí comenzó una vida de alto nivel financiero, en la que su capital fue clave para sostener al Estado colombiano en plena crisis. Era tal su poder económico que fue prestamista de presidentes como Rafael Núñez, Miguel Antonio Caro, Rafael Reyes y Carlos E. Restrepo.
Durante décadas, el gobierno sobrevivía gracias a los “remates”, una figura financiera que consistía en anticipos de particulares a cambio del control temporal de monopolios estatales, como el aguardiente o el beneficio de ganado. Pepe Sierra fue el mayor rematador del país y estructuró una red de agentes en todo el territorio nacional para controlar estas rentas.
El empresario antioqueño no solo inyectó liquidez al país, sino que también invirtió en infraestructura. Participó en la finalización del Ferrocarril de Amagá y del Pacífico, y fue socio en empresas del Valle del Cauca, como fábricas de aguardiente y haciendas azucareras.
Una fortuna incalculable… y un estilo de vida austero
A pesar de su riqueza colosal, vivía con humildad. Nunca mostró grandes lujos, incluso cuando accedió a los círculos más exclusivos de la capital. Contrario a lo que podría pensarse, su vida social fue discreta y conservó costumbres campesinas.
La austeridad, sin embargo, no fue replicada por toda su familia. Con el paso de los años, algunos de sus descendientes comenzaron a dilapidar su herencia en Europa, y muchas de sus haciendas fueron abandonadas o mal administradas.
Pepe Sierra murió en 1921, en su casa en la plazuela de San Ignacio en Medellín. Sus restos hoy reposan en el Museo Cementerio San Pedro.
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¿Por qué hay una avenida en Bogotá con el nombre de este antioqueño?
El legado de Pepe Sierra fue tan profundo que una de las avenidas más transitadas de la capital lleva su nombre. Además, es recordado en lugares como el Centro Comercial Hacienda Santa Bárbara, que se construyó sobre una de sus antiguas propiedades.
El reconocimiento no se debe solo a su riqueza, sino al impacto que tuvo en la economía colombiana y en el modelo de empresario antioqueño que aún hoy se enaltece: trabajador, austero y visionario.
Relatos como el del antioqueño Pepe Sierra hacen parte del universo de Relatos Mágicos de Teleantioquia, un programa que invita a cuestionarnos sobre nuestro origen, nuestras raíces y los misterios que forjaron la historia de la región. En este episodio, la figura de un campesino convertido en prestamista de presidentes nos recuerda que el destino también se escribe con sudor, tierra y visión.
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