Antes de que existieran los supermercados, las plazas de mercado fueron el corazón comercial y social de Medellín y los municipios de Antioquia.
Foto: Medellín Viejito
Plazas de mercado: lugares que construyen memoria
En Antioquia, las plazas de mercado, han sido consideradas, tradicionalmente, como espacios donde la vida cotidiana, la memoria y la cultura popular se entrelazan con la economía local.
Antes de la expansión de los supermercados y tiendas de cadena, las familias antioqueñas acudían religiosamente a las plazas de sus municipios no solo para hacer mercado, sino también para encontrarse con vecinos, relacionarse, compartir noticias y tradiciones.
En Medellín, la historia de estas plazas comenzó con la construcción de la Plaza de Oriente en 1891, la cual, tras varios cambios de nombre, se conocería finalmente como Placita de Flórez. Luego, en 1894, se inauguró la Plaza de Cisneros, un espacio emblemático que funcionó hasta 1968, cuando un gran incendio la dejó inoperante. Sin embargo, el comercio no se detuvo. Lea también: El primer carro que llegó a Colombia aterrizó en Antioquia: esta es su historia
La historia cambia y continúa
Vendedores y compradores siguieron ocupando los alrededores hasta que, en 1969, se abrió la Plaza de la América, y dos años después, la Central Mayorista. Finalmente, en 1984, se inauguró la Plaza Minorista José María Villa, diseñada como solución para quienes quedaron desplazados tras el cierre de Cisneros.
Estas plazas han servido como motores económicos, permitiendo el comercio directo entre productores y consumidores, lo que reduce la cadena de intermediarios y mantiene precios más justos. Pero también han sido lugares profundamente humanos, donde convergen los aromas del campo, los saberes ancestrales, la diversidad de los productos frescos y las voces de comunidades que, a pesar de los cambios del tiempo, han encontrado en estos espacios una forma de resistencia cultural.
Hoy, en municipios grandes y pequeños de Antioquia, las dinámicas sociales y culturales han cambiado con el tiempo, pero continúan como un legado, permanecen vivas. Su importancia trasciende lo comercial: son lugares de memoria, identidad y conexión entre el pasado y el presente. Recuperar, valorar y fortalecer estos espacios es también defender el patrimonio tangible e intangible de toda una región.
Aquí puede ver un capítulo de la Placita de Flórez, con todas sus dinámicas sociales y culturales que se viven actualmente.