El asesinato de Michel Rubén Álvarez Hernández, conocido como alias Geyver, ha desatado una serie de investigaciones sobre el posible ajuste de cuentas vinculado al crimen organizado en Medellín. El venezolano, de 29 años, fue ultimado a tiros en la noche de Halloween en el barrio Boston de la capital antioqueña. Dos sicarios, que se movilizaban en una moto, fueron los responsables de su muerte.

Alias Geyver fue conocido por su historial delictivo, no solo en Venezuela, sino también en Colombia, donde era buscado por las autoridades por su participación en una banda dedicada a robos en Bogotá. Su rostro apareció en el cartel de los más buscados de la Policía Nacional en septiembre de este año, con la acusación de ser uno de los miembros más buscados por hurto.

La muerte de Álvarez Hernández ha tomado un giro aún más oscuro con las hipótesis que vinculan su asesinato con el Tren de Aragua, una de las organizaciones criminales transnacionales más poderosas y temidas de América Latina. Las autoridades investigan si la víctima habría huido a Medellín no solo para eludir a la Policía de Bogotá, sino también por amenazas de este grupo delictivo en la capital colombiana.

Tren de Aragua es conocido por su presencia en varios países de la región, y en Colombia ha comenzado a aumentar su influencia en ciudades como Medellín, donde varias bandas locales, entre ellas la conocida como los Chamos, podrían estar vinculadas a esta organización. Según expertos en seguridad, como Fernando Quijano, director de Corpades y analista del crimen organizado, el Tren de Aragua estaría consolidando pequeñas células en Medellín y otras partes del país, lo que explicaría el creciente número de crímenes asociados a ciudadanos venezolanos.

El caso de alias Geyver no es aislado, ya que este año se ha reportado un alarmante aumento de homicidios de ciudadanos venezolanos en Medellín. Hasta la fecha, 30 venezolanos han sido asesinados, lo que representa el 12 % del total de homicidios en la ciudad, que este año ascienden a 250.

En Venezuela, Álvarez también tenía antecedentes penales por hurto y homicidio, lo que sumaba una serie de factores que podrían haberlo puesto en el radar de las autoridades colombianas y de grupos criminales. Su muerte, por lo tanto, podría ser solo la punta del iceberg en un conflicto más profundo que involucra a la violencia transnacional.

Las investigaciones continúan y las autoridades colombianas no descartan que haya más implicados en este caso.